viernes, 7 de septiembre de 2007

LA CASITA.

No comprendo aún el miedo de los demás a entregar un poquito, a ceder pequeñas cosas.
Ella pone el tubo de Colgate boca arriba y yo patas arriba.
Yo no podía dormir acompañado, ahora sentiría la cama vacía.
Ella ahora se toma un café caliente en la mañana con gusto.
El armario ha cambiado increiblemente, ya es un jardin de colores lleno de cositas que no hubiera siquiera imaginado, asi son la nenas. Yo ocupo menos de medio, ella tiene casi cuatro.
La cama es un lugar común que huele a los dos. No sabía que tengo mi lado favorito.
Es divertido dejar la soledad arrinconada y sólo darle la mano de vez en cuando.

martes, 31 de julio de 2007

GESTALTIKA

LAS LETRAS ESTAN DESPARRAMADAS EN EL SUELO DE AJEDRÉZ, LAS COJO A PUÑADOS Y LAS TIRO UNAS VECES CON AMOR Y OTRAS CON RABIA PARA VER QUE FRASES SALEN CADA VEZ DEL APARENTE DESORDEN. SON ANAGRAMAS QUE INTERPRETO SEGÚN MI ESTADO DE ÁNIMO. LAS ANOTO EN EL LIBRITO DE PASTA DURA. LAS LETRAS DEL AMOR Y DEL ODIO SE DAN LA ESPALDA A PESAR DE ESTAR EN LA MISMA HOJA.
ESTOY SENTADO CONTRA UN ESPEJO. ME HABLO. ESE NO PUEDE SER MI REFLEJO. TE ODIO. NO PUEDO ODIARME.
ME LEVANTO. YA NO ME DOY LA ESPALDA. SE ABRE LA PUERTA DEL GRAN SALÓN. ENTRA UNA FUERTE CORRIENTE DE VIENTO. SE CAE EL ESPEJO. YA NO HAY PALABRAS SUELTAS, NADA QUEDA AL AZAR.

miércoles, 20 de junio de 2007

El PATRON



Fue en una noche de verano, la luna llena parece provocar ese tipo historias…


Llegamos a un pequeño caserío situado al lado de una carretera polvorienta, después de haber cruzado unos minutos antes el río San Juan. Nos bajamos de la burbuja, la escolta se quedó unos metros atrás, como jauría vigilante –perros entrenados para la guerra con dientes de acero y aliento de pólvora- el anillo estaba montado. Nosotros éramos como dioses ebrios, con todo el poder y con las sienes nubladas. En la aldea indígena celebraban con todos los juguetes el cumpleaños de un hombre; corría el ron, la comida, la fritanga y la pelea de gallos por cuenta de la familia del festejado. El calor era infernal, la champeta a todo taco parecía un vals tribal, hombres entrepiernados con niñas que no pasaban el metro cincuenta en una especie de éxtasis sudoroso, todo un espectáculo!
Cuando entramos hicieron parar a la gente que estaba en la mejor mesa, la limpiaron y sacaron la botella de "whyky" que estaba reservada para una mejor ocasión.
Noté de inmediato que los inditos me miraban extrañamente, todos en algún momento posaban su mirada en mí. Yo no tenia ni idea por qué.
La familia entera desfiló delante de nosotros, extendiendo la mano y saludando humildemente, el patrón respondía con una mueca despectiva. La demás gente, al rededor de 150 personas, seguía disfrutando de la fiesta, vale la pena aclarar que hasta los niños de 13 años estaban cagados de la perra.
Eran casi las tres de la mañana, después de medio vaso de "Whyky" me levanté y mentalmente le aposté doscientos al gallo colorao, perdí. Creo que fue la primera vez que vi una pelea a muerte justa. Seguí mi recorrido hasta la caseta de las fritangas y cuando ya estaba por clavarle los dientes a una arepa de huevo un grito desgarrador me dejó quieto. Un segundo y medio después mientras giraba mi cabeza para ver qué pasaba, ya no era un grito, era un coro terrorífico de todas las señoras de las fritangas, era un chillido que se metía debajo de la piel y que hacia doler los huesos. Unas se tomaban la cabeza, otras se tiraban al piso, algunas blanqueaban los ojos y parecían desmayarse. Pronto se formó un tumulto de gente, se levantó el tierrero, la pelea de gallos quedó aplazada, la música dejó de sonar, los hombres hicieron corrillo y en el medio pude ver a dos jóvenes dándose puños ferozmente, era tan dura la batalla entre estos dos gladiadores borrachos que el sonido de los golpes se oía desde donde yo estaba, unos segundos después aparecieron no sé de dónde unos sipotes machetes… la cosa se ponía fea. No quiero ver esto, pensé.
El patrón no había movido ni un músculo de la cara hasta ese momento, simplemente esperó el momento justo, cuando los machetes se blandían apenas, y se levantó parsimoniosamente de la silla. A su paso la gente se callaba, las señoras se mordían las manos, a los hombres se le bajaba la borrachera y yo congelado con el gesto aun de llevarme la arepa de huevo a la boca.
El patrón llegó al centro del remolino, ni siquiera se le torció el sombrero y ya todo era silencio, los jóvenes palidecieron en el momento en que sus estrechas mentes reconocieron a tal personaje. Solo coincidieron en tragar saliva con sangre y casi al mismo tiempo emitir un suspiro y doblar un poco las rodillas. El hombre no tuvo que subir la vos y dijo lo siguiente: Bueno par de hijueputas, ¿A quién hay que amarrar primero? ¡Ahh! ¿Ninguno quiere responder? Llamó a uno de sus perros con un gesto casi imperceptible. Amárremelos un mes debajo de ese palo, ahí, en esa bareta. Nada mas se escuchó: ¡si patrón!

¡A mi la arepa de huevo ya se me había enfriado!

La gente pareció descansar con la sentencia…

Todo retornó a como estaba antes.

Ya no tenia hambre, simplemente miré disimuladamente como ataban uno al lado del otro a los dos resignados sobrios, en cuclillas y con los brazos extendidos. Los demás siguieron con lo suyo.
Ya se asomaba la madrugada y no podía quedarme por ahí todo el rato tratando de hacerme el pendejo, entonces decidí sentarme nuevamente y servirme un poco mas de "whyskey".
El patrón me notó abstraído y me dijo: ¿usted sabe por qué todos los hombres acá tienen el mismo motilado? La verdad ni idea, le respondí. ¿Pero si notó que se quedaron mirándolo? Si señor, le respondí. Es que imagínese que yo más o menos cada tres meses hago motilar a todos los hombres y usted es el único peludo en más de medio departamento.
Sólo atiné en tomarme todo el vasado de un golpe.


miércoles, 13 de junio de 2007

La cancion del vaquero


El vaquero tocaba con el último aliento la armónica, contemplaba con los ojos medio cerrados la noche clara, llena de estrellas y con la luna plena, amarillenta y metida entre unas pequeñas nubes lechosas. La pradera lo acompañaba con el ritmo del riachuelo y las luciérnagas bailaban pululantes subiendo hasta la pequeña colina como una ola verde. La yegua caminaba despacio, sentía cómo el vaquero se hacia cada vez mas liviano, sentía con extraño placer el hilo tibio que bajaba hasta su panza. Era la hora del descanso, el mejor momento para tumbarse en la hierba y ser parte de ella. Los ojos se cerraron, la música cesó.

martes, 5 de junio de 2007

FANTASMA



Encontré la puerta entre abierta, una luz mortecina se filtra glacial por una pequeña rendija, eran las horas moribundas de un día cualquiera.
Estabas ahí con la sabana revuelta en tus pies, dormida, respirando tranquila.
Desde la puerta sentí ese tufillo dulzón de un sueño tranquilo, de la desnudez, de la copa de vino, del aire estático.
Me quité la ropa mojada sin hacer un sólo ruido, la dejé donde siempre, ya conoces mi desorden, ya te acostumbraste a eso que tanto te molestaba.
Al fin en casa.
¿Acaso esto que siento es la felicidad? Lo que nadie puede definir. ¡Sí, soy feliz!
Con mucho cuidado me echo a tu lado. No tengo sueño, no estoy cansado, solo quiero mirarte. Mentalmente estoy cartografiando un mapa de estrellas y constelaciones del universo en negativo de tu cuerpo, la estrella solitaria al lado de tu ombligo sigue siendo mi favorita; es el paso intermedio, la mitad justa de la razón y la locura.
Te susurro al oído, te amo, te amo, te amo… En tu rostro se dibuja una sonrisa cálida, estrujas un poco la almohada con tu mano y suspiras levemente.

Ya casi amanece, tengo que irme nuevamente.

martes, 29 de mayo de 2007

LA ESPERA


Como si nunca hubiera existido...
Cayó la inerte hojita del roble antiguo, para darle paso a las más bellas flores, que apenas eran un puntito amarillo. Una leve brisa, un rumor la atrapó en la caída. Ondulante, danzarina, juguetona cayó en la serenidad de un estanque cercano. El agua reaccionó de inmediato con una sonrisa ondulada de placer; el roce de una mano fría en la espalda voluptuosa, movimiento continuo. Vos estabas ahí en ese momento, esperando con paciencia el vuelo. Comprendiste que nada pasa inadvertido, que no sólo la vida es movimiento, lo es todo, cada instante.

miércoles, 23 de mayo de 2007

MONARCA.


Siempre te agradeceré esa valiosa lección.

Vagué en materia oscura mucho tiempo.

Mirando un espejo negro.

Me devolviste la esperanza.

Una mariposa cruzando el Atlántico.

Atraído por la promesa de una tibia primavera.