viernes, 7 de septiembre de 2007

LA CASITA.

No comprendo aún el miedo de los demás a entregar un poquito, a ceder pequeñas cosas.
Ella pone el tubo de Colgate boca arriba y yo patas arriba.
Yo no podía dormir acompañado, ahora sentiría la cama vacía.
Ella ahora se toma un café caliente en la mañana con gusto.
El armario ha cambiado increiblemente, ya es un jardin de colores lleno de cositas que no hubiera siquiera imaginado, asi son la nenas. Yo ocupo menos de medio, ella tiene casi cuatro.
La cama es un lugar común que huele a los dos. No sabía que tengo mi lado favorito.
Es divertido dejar la soledad arrinconada y sólo darle la mano de vez en cuando.